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LOS BUENOS Y LOS MALOS

LOS BUENOS Y LOS MALOS.

Me recuerda a las películas de indios y vaqueros. (Mi padre solía bromear con ello).

“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado.” Salmos 1:1.

“Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios; no absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras, pues en tal caso os sería necesario salir del mundo.
Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón, con el tal ni aun comáis”
. 1ª Corintios 5:9-11.

La Biblia deja patente, sin lugar a dudas, que no existe ningún hombre justo ni bueno, en el amplio O ABSOLUTO sentido de la palabra, es decir, perfectamente bueno. Todos tenemos errores, y hacemos algo mal, y algo malo. Esto se debe a la realidad de la presencia del pecado en el corazón de cada persona.

Sin embargo, muchos versículos nos hablan de personas que fueron “justas”, piadosas... y otras impías, escarnecedoras, perversas…

Esto nos lleva a la consideración de que ante Dios, todos necesitamos su perdón porque nuestro pecado, del cual (insisto) nadie está libre, nos pone en enemistad con él y bajo su ira, es decir, nadie puede librarse de la culpa, sea como sea su “conducta”.

Eso significa que la humanidad se encuentra en una situación espiritual que no tiene remedio por parte del esfuerzo humano, y que sólo Dios ha podido proveer y ha querido proveer para remediarlo.

Pero dentro de esa situación extendida a toda la humanidad, existe un amplio abanico de comportamientos, caracteres personales, conductas, etc… y evidentemente, como podemos contemplar a diario, hay personas mejores y peores, “buenas” y “malas”.

Es aquí donde el Salmo encuentra su hueco. El salmista no está diciendo que no nos juntemos con pecadores.

Primeramente porque yo también lo soy, y si lo soy no tengo autoridad ni base para decir: “no me junto con tal…” (¡pero si tú eres igual! se podría decir…), y segundo porque todos lo somos y por tanto no nos podríamos juntar ninguno con ninguno.

El salmista habla dentro de ese contexto de “humanidad caída” donde hay personas con las que vamos a caminar, y entre ellas están aquellas con las que simplemente andaremos, otras con las que debemos andar cerca, y otras con las que mantener distancia, mejor no acercarse.

“No sentarse en silla de…” es no participar de..., no forma parte de…, no tener que ver con…

Ahora, fijémonos a quiénes hace referencia: “escarnecedores”.

No se trata de gente que comete faltas, errores, alguna que otra pillería (que de todo hemos participado todos en algún que otro momento y en algún que otro grado), sino de quienes se regodean en el mal, quienes son indolentes a la maldad y la tienen como una forma de caminar, su manera de vivir, su condición personal..

Se trata de una conducta fría, consentida, que no obedece a un momento de “calentamiento” emocional sino de cierto placer en lo que se hace a pesar de reconocer que conlleva perjuicio para otros, es decir, a pesar de saber que es malo y hace daño.

Los malos del mundo:

Romanos 1:29-32

“estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.”

La rareza que supone no ser así demuestra que es un sistema concienzudamente montado y estructurado:

1º de Pedro 4:3 - 4

“Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías.
A éstos les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan.”


Ante estos, no hay duda: NO TENGAS NADA QUE VER CON ELLOS.

A los creyentes en Corinto, el apóstol Pablo les habla de una situación que se da y de la que hay que tener claras ciertas cosas: avisa de que los creyentes tenemos unos caminos distintos a los de este mundo, no compartimos las cosas del sistema mundanal y este mundo no es nuestro lugar ni nuestro sistema en el cual estemos a gusto ni acordes, más bien lo contrario, no debemos “conformarnos a este siglo” (Romanos 12:2).

Pero nos dice una cosa muy sencilla: estáis en el mundo, y convivís con sus moradores; además VOSOTROS ÉRAIS ANTES ASÍ….

Efesios 2:1-3. ”Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en VUESTROS delitos y pecados, en los cuales ANDUVISTEIS en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.”

.... Así que todos éramos iguales, ninguno era mejor que otro ante Dios pero por la gracia del Señor fuisteis rescatados de esa vana manera de vivir (1ª Pedro 1:18), de esa perdición.

Por tanto, no pretendáis NO JUNTAROS con ellos, más bien al contrario, podéis ser testimonio de lo que el Señor supone en cada uno de vosotros, en vuestras vidas, familias, etc… y que vean que EL SEÑOR SALVA Y CAMBIA VIDAS.

Pero, el asunto grave y ante el cual se debe tomar la medida oportuna que el mismo apóstol enseña es:

no os juntéis con aquellos que llamándose “hermanos”, es decir, hijos de un mismo Padre, Dios, son borrachos, avaros, maldicientes, etc (toda esa lista mencionada)…

Por tanto, la aplicación de lo que vengo diciendo hoy es lo siguiente:

tanto en el ámbito mundanal como en el ámbito eclesial, los creyentes debemos tener presente que:
1) ni somos llamados a huir a una ermita en lo alto de un monte, 
2) ni todas las junteras son sanas.

Discernid y juzgad (con justo juicio) con quién se ha de caminar (no a las personas, a ellas no somos llamados a juzgarlas, pero sí sus caminos, para tomar la decisión personal oportuna), porque no “to el mundo es güeno” ni todo camino debe andarse.

Colosenses 1:10 "...que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios."

Termino como empecé “:...ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado”.

¿CON QUIÉN CAMINAS… CON QUIÉN TE SIENTAS?.

UNA COSA TENGO CLARA: YO QUIERO A CRISTO A MI LADO.


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