DÁDIVAS… MÁS QUE REGALOS.
Esta tarde me he topado con el pasaje de Filipenses 4:10-20. Y he pensado en compartir algunas reflexiones sobre él.
Estamos en fechas que están caracterizadas por algo que nos encanta, a niños y no tan niños: los regalos. ¿A qué son bienvenidos?... “A caballo regalao no le mires el diente”, o, “a nadie le amarga un dulce”.... son frases populares que hacen resaltar lo bien que se recibe algo a cambio de nada: un regalo.
Por supuesto, quienes tienen un mínimo de sensibilidad, enfocan toda su mirada sobre el dador del regalo, sus buenas intenciones y deseos, por eso, aunque fuesen piedras, se le está agradecido,... y es que, para hacernos ese regalo, tuvo que pensar en nosotros, nos tuvo en cuenta en ese momento de su vida…. y eso cuenta.
En el pasaje de Filipenses que comento, el apóstol Pablo muestra su gozo (por cierto, “en el Señor”, es decir, causa, motivo, sentido, de todo…) de que los hermanos de Filipos lograsen realizar algo que llevaban tiempo deseando hacer: cuidar de su amado hermano en la fé y maestro, Pablo.
Pablo usa la expresión “habéis revivido vuestro cuidado de mí” y es que se trataba de algo mucho más amplio que un cuidado básico, había vuelto a cobrar vida aquello que suponía algo más que suplir necesidades, era una forma de vivir el amor fraternal.
Parece ser que hubieron circunstancias que impidieron por un tiempo que las ayudas se canalizaran hacia este siervo de Dios que pasó por fuertes penurias; no obstante el apóstol deja patente que él era consciente de que no fue por olvido, dejadez o desapego… sino que sabía que ellos estaban “solícitos” en poder hacerlo, pero les “faltaba oportunidad”... ¡qué bueno es hacer conocer y compartir entre unos y otros los buenos deseos y pensamientos!, no para ponernos medallitas de lo buenos que somos, sino para gozar juntos el amor auténtico que hay en nuestros corazones y mentes.
A continuación, Pablo quiere hacer un inciso. Él no vive como necesitado, aún cuando lo esté, es decir, no manifiesta una tristeza, un reproche, una queja, un desacuerdo con los planes de Dios para su vida. Al revés, sus experiencias, dice, le sirven para haber aprendido a vivir en cualquiera de las circunstancias que se le presente, tanto de abundancia como de escasez… ¿La razón?... CRISTO, su Señor… y sentencia: “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
Por cierto, hace falta más fuerza para saber vivir en la abundancia que en la escasez… si lo pensamos bien, creo que estaremos de acuerdo.
Sin embargo, habiendo aclarado su realidad, para que nadie tuviese una interpretación equivocada de su vivencia al respecto, ahora procede a manifestar su aprobación sobre lo acertado de la actitud de los filipenses: “Bien hicisteis en participar conmigo en mi tribulación”.
Además, el apóstol quiere hacer un acto de justicia, y es mostrar esa actitud correcta, y mucho más que correcta, en contraste con los que no fueron así; y eso, insisto, no se trata de juzgar o criticar a los demás, sino de resaltar la bondad y el buen hacer de los que actuaron de tal manera, cuando poddrían haber hecho caso omiso de la situación de Pablo, como hicieron otros. Porque se da honra al que se le debe honra, y no a todos los que se apunten al elogio sin motivo alguno…. “cuando partí a Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo… sino vosotros solos”, y de ello quedará constancia por su parte, en su fuero interno, para su gratitud y para presentarlo delante del Señor que es el que honra a los dadivosos.
Además, los filipenses no hicieron un “paripé” temporal para quedar bien, sino que realmente estaban implicados y comprometidos con la causa de Pablo, por eso Pablo, una vez más lo resalta: "…pues aún a Tesalónica me enviásteis una y otra vez para mis necesidades.”
Pablo dejó claro que él podía vivir con lo que tenía, podía y sabía hacerlo, por tanto, hace un giro en el enfoque de la ayuda que dan los filipenses y les hace ver que eso que ellos hacen, más que a él, a quienes realmente beneficia es a ellos mismos, pues esas DÁDIVAS, que el apóstol recibió de ellos aunque no las pidió, serían vistas por el JUEZ Y SEÑOR que ve los corazones, y reconoce el buen fruto y lo distingue de las hojarascas. Y se cumplirán las palabras del Señor: "...de cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis."
Así que los cuidados de los filipenses tendrían un fruto que en su día recogerían para la gloria de Dios. NADA MÁS BELLO QUE DÉ SENTIDO A NUESTRA VIDA Y EXISTENCIA.
Pablo termina dando testimonio de la plenitud que él goza, físicamente, pero sobre todo espiritualmente, y apela al mismísimo Dios, su Dios, el Rico, el TODO, como Aquél que será quien dará a los filipenses algo mucho más grandioso que unas “gracias”, que es lo que nosotros, como bien nacidos, solemos dar a quienes nos regalan.
¡Qué forma más bella de vivir!... si, DIOS ES AMOR, y en los que viven en su amor, se nota.
Un fuerte abrazo y FELIZ NAVIDAD.
¡OS DESEO EL MEJOR REGALO!... EL AMOR DE DIOS EN VUESTROS CORAZONES.
En el pasaje de Filipenses que comento, el apóstol Pablo muestra su gozo (por cierto, “en el Señor”, es decir, causa, motivo, sentido, de todo…) de que los hermanos de Filipos lograsen realizar algo que llevaban tiempo deseando hacer: cuidar de su amado hermano en la fé y maestro, Pablo.
Pablo usa la expresión “habéis revivido vuestro cuidado de mí” y es que se trataba de algo mucho más amplio que un cuidado básico, había vuelto a cobrar vida aquello que suponía algo más que suplir necesidades, era una forma de vivir el amor fraternal.
Parece ser que hubieron circunstancias que impidieron por un tiempo que las ayudas se canalizaran hacia este siervo de Dios que pasó por fuertes penurias; no obstante el apóstol deja patente que él era consciente de que no fue por olvido, dejadez o desapego… sino que sabía que ellos estaban “solícitos” en poder hacerlo, pero les “faltaba oportunidad”... ¡qué bueno es hacer conocer y compartir entre unos y otros los buenos deseos y pensamientos!, no para ponernos medallitas de lo buenos que somos, sino para gozar juntos el amor auténtico que hay en nuestros corazones y mentes.
A continuación, Pablo quiere hacer un inciso. Él no vive como necesitado, aún cuando lo esté, es decir, no manifiesta una tristeza, un reproche, una queja, un desacuerdo con los planes de Dios para su vida. Al revés, sus experiencias, dice, le sirven para haber aprendido a vivir en cualquiera de las circunstancias que se le presente, tanto de abundancia como de escasez… ¿La razón?... CRISTO, su Señor… y sentencia: “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
Por cierto, hace falta más fuerza para saber vivir en la abundancia que en la escasez… si lo pensamos bien, creo que estaremos de acuerdo.
Sin embargo, habiendo aclarado su realidad, para que nadie tuviese una interpretación equivocada de su vivencia al respecto, ahora procede a manifestar su aprobación sobre lo acertado de la actitud de los filipenses: “Bien hicisteis en participar conmigo en mi tribulación”.
Además, el apóstol quiere hacer un acto de justicia, y es mostrar esa actitud correcta, y mucho más que correcta, en contraste con los que no fueron así; y eso, insisto, no se trata de juzgar o criticar a los demás, sino de resaltar la bondad y el buen hacer de los que actuaron de tal manera, cuando poddrían haber hecho caso omiso de la situación de Pablo, como hicieron otros. Porque se da honra al que se le debe honra, y no a todos los que se apunten al elogio sin motivo alguno…. “cuando partí a Macedonia, ninguna iglesia participó conmigo… sino vosotros solos”, y de ello quedará constancia por su parte, en su fuero interno, para su gratitud y para presentarlo delante del Señor que es el que honra a los dadivosos.
Además, los filipenses no hicieron un “paripé” temporal para quedar bien, sino que realmente estaban implicados y comprometidos con la causa de Pablo, por eso Pablo, una vez más lo resalta: "…pues aún a Tesalónica me enviásteis una y otra vez para mis necesidades.”
Pablo dejó claro que él podía vivir con lo que tenía, podía y sabía hacerlo, por tanto, hace un giro en el enfoque de la ayuda que dan los filipenses y les hace ver que eso que ellos hacen, más que a él, a quienes realmente beneficia es a ellos mismos, pues esas DÁDIVAS, que el apóstol recibió de ellos aunque no las pidió, serían vistas por el JUEZ Y SEÑOR que ve los corazones, y reconoce el buen fruto y lo distingue de las hojarascas. Y se cumplirán las palabras del Señor: "...de cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis."
Así que los cuidados de los filipenses tendrían un fruto que en su día recogerían para la gloria de Dios. NADA MÁS BELLO QUE DÉ SENTIDO A NUESTRA VIDA Y EXISTENCIA.
Pablo termina dando testimonio de la plenitud que él goza, físicamente, pero sobre todo espiritualmente, y apela al mismísimo Dios, su Dios, el Rico, el TODO, como Aquél que será quien dará a los filipenses algo mucho más grandioso que unas “gracias”, que es lo que nosotros, como bien nacidos, solemos dar a quienes nos regalan.
¡Qué forma más bella de vivir!... si, DIOS ES AMOR, y en los que viven en su amor, se nota.
Un fuerte abrazo y FELIZ NAVIDAD.
¡OS DESEO EL MEJOR REGALO!... EL AMOR DE DIOS EN VUESTROS CORAZONES.
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