La importancia de una buena base.
Hoy he encontrado esta escena en casa.
Esta planta fue "rescatada" de la basura. Me gustó a primera vista, todo un flechazo, aún cuando estaba en unas condiciones muy desmejoradas; sólo tenía dos tallos con pocas hojas, casi secas, y en proceso de serio deterioro. Sin embargo fue recuperándose, poco a poco.
La coloqué en ese lugar que veis y nunca la moví de ahí; he aprendido que "las plantas no andan" (curioso aprendizaje ¿verdad?) y cuando un sitio le va bien a una planta mejor ni la muevas un centímetro de su lugar: ESE ES EL SUYO.
Bien, como podéis ver en la imagen donde la planta luce normal, erguida, podréis comprobar la salud que ha llegado a tener, cómo sus hojas están verdes intensas (excepto las antiguas que van amarilleando y cayendo), sus tallos sanos, el nuevo brote de abajo con mucho vigor.
Son tres años y medio los que lleva en casa y hoy la hemos encontrado tumbada. Como veis en las imágenes, el lugar donde está colocado no es de paso, no está expuesta a corrientes, no hay ningún elemento que pueda provocar su caída... ¿Qué ha hecho que la planta caiga?... SU FALTA DE AGARRE.
Mirad la imagen cercana a las raíces. Son raíces pequeñas y poco profundas. El lugar donde está plantada no le permite más arraigo, sin embargo no cesó de crecer y aumentar en vigor y tamaño absorbiendo los nutrientes de la tierra. Por lo que su propio peso la hizo caer al no tener raíces provistas para tal aguante.
Tras "echarle una mano a la pobre", y hacer un apaño provisional antes de pasarla a un tiesto mayor, me he quedado pensando... reflexionando... y aquí os dejo mi pensamiento:
En la vida nos podemos esforzar con todas nuestras ganas para componernos un ser "bien nutrido", es decir, hacer de nosotros una persona con un carácter, una conducta, una vida, lo más perfecta o mejorada posible.
Podemos marcarnos muchos objetivos de mejora, progreso, avance, en muchos aspectos de nuestra vida, que en resumen podríamos decir: "ser mejores personas". Esa es una frase muy común: "lo importante es ser buena persona en esta vida".
Sn embargo, parece como que hay algo que al final falla, y que lo trunca todo. A pesar de que en un principio, y prolongándose en el tiempo las cosas vayan avanzando y progresando en nosotros, y vaya cobrando fuerza y vigor nuestro desarrollo personal, con buen resultado de nuestros esfuerzos... al final LA PLANTA CAE.... falló lo principal: LO QUE LA MANTENÍA EN PIE.
Lo que mantenía en pie mi planta no era el tallo, sino las raíces que permitían al tallo estar derecho sobre la tierra.
Mi planta calló por el propio peso que tenía. Nuestras vidas son demasiado serias, demasiado imprtantes, no somos fruto del azar, de la casualidad, no venimos de la nada para desaparecer en la nada. Así que cuando intentamos vivir una vida mezclando los tremendos valores morales de nuestra existencia como creación de Dios junto con la negación y rechazo de ese Dios y sus leyes perfectas, el propio peso de nuestra transcendente realidad nos hace caer en una duda y confusión sin salida: ¿PARA QUÉ VALE TODO ESTO... PARA QUÉ HA SERVIDO VIVIR, O EXISTIR 80 AÑOS AQUÍ?...
Hace siglos, el Señor Jesucristo enseñó a sus discípulos la importancia de una buena base sobre la que edificar. Usó como ilustración una casa, pero esa ilustración la trasladó a lo que es nuestra vida misma.
Él les dijo que habían dos hombres, uno necio y otro prudente. El necio edificó su casa sobre la arena, y el sabio sobre una roca. Ambos tenían sus casas en pie. Pero transcurrido el tiempo llegaron las lluvias, los ríos y los vientos golpeando con ímpetu.... la casa que estaba edificada sobre la arena no resistió, se derrumbó, mas la que estaba edificada sobre la roca resistió y se mantuvo indemne y en pie. (Mateo 7:24-27).
El Señor fue muy claro y directo en su enseñanza:
"Cualquiera que me oye estas palabras y las hace, le compararé con el hombre prudente" pero "cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé al hombre insensato".
Estas cosas dijo el Señor después de haber dado muchas enseñanzas e instrucciones a los hombres.
Mirad, Salomón en los últimos días de su vida escribió el libro que en la Biblia se conoce como "Eclesiastés" y en el cual repite una afirmación tremenda: "vanidad de vanidades todo es vanidad... bajo el Sol". Salomón muestra que todo es absurdo, aún los mejores deseos y obras de los hombres, porque todo acaba en el polvo, ya seas rico o pobre, poderoso o débil, rey o siervo... Toda obra se acaba y todas las personas se acaban.
Sin embargo, la enseñanza de ese libro es que esa es la realidad "bajo el Sol"... ¡PERO ESA NO ES LA ÚNICA REALIDAD!... Hay algo "más allá del Sol"... es decir, existe una dimensión un mundo espiritual, que no vemos, pero que es permanente y eterno, con un Dios igualmente Eterno y que DA SENTIDO A TODO CUANTO EL HOMBRE ES Y HACE.
He ahí el meollo de todo: ¿estás fuera de Dios?... todo es absurdo, todo es vanidad, todo se pierde, todo se trunca.... ¿estás en Dios y eres parte de su Reino?... entonces todo cobra sentido, transcendencia, permanencia.
"Oí una voz que desde el cielo me decía: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen". (Apocalipsis 14:13).
El problema del hombre no es la muerte, sino cómo muere. ¿Morir sin el Señor o morir EN el Señor?, es decir, perteneciéndole a ÉL. Para ser de ÉL, Jesús pagó un precio: su VIDA. Nos compra con su sangre y AL QUE CREE le hace suyo.
“Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.” (Colosenses 2:6-7)
Edificados sobre esa maravillosa realidad ahora todo cobra sentido y se cumple lo que leemos:
"Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús PARA BUENAS OBRAS, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas" (Efesios 2:10).
OÍR al Señor y HACER (es decir, obedecer), es ser prudente y sabio. Nuestra vida tiene una única salida: ECHAR RAÍCES EN CRISTO.
“...para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.” (Efesios 3:17-19)
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