Parte 20. VOSOTROS Y VUESTROS CORAZONES. (Lucas 21:34)
El Señor, después de haber expuesto los sucesos que han de acontecer y las señales que les precederán, ahora hace una llamada personal de alerta a cada uno de sus oyentes; todo comenzó con una consulta que le hacen al Señor, y según fue respondiendo seguramente se fuesen sumando oidores.
La exhortación del Señor se enfoca a la importancia de una actitud personal, de una respuesta personal, porque todo lo que ocurra no consistirá en una especie de película que sale en la pantalla y tú serás un mero espectador sin que te afecte nada, tú formarás parte del reparto.
La advertencia sobreentiende una condición previa fundamental: eres de Cristo y esperas su venida. Si no es así entonces toda advertencia será sin sentido porque te faltará lo principal: SER DE CRISTO.
A los que amamos a Cristo y esperamos su regreso, el Señor enseña que hemos de estar en especial alerta sobre dos cosas absolutamente imprescindibles: nosotros mismos y nuestros corazones.
El “corazón”, en la Biblia, representa la sede de toda voluntad y designio que emana de cada uno de nosotros… El Señor habló una vez así del “corazón”:
“...porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez…” (Mateo 7:21-22).
Así que es muy interesante observar este punto de inflexión que Cristo hace en su exposición; todo el mundo permanece en una intriga, preocupación y curiosidad frente a los sucesos y acontecimientos externos, pero ahora el Señor les lleva a considerar no lo que les rodea a las personas, ni siquiera a las personas que nos rodean, sino “CADA UNO A SÍ MISMO”.
¡Qué importante es la vigilancia de uno mismo!. Pero no la vigilancia “natural” de una autojustificación para todo lo que hacemos y somos, eso lo llevamos innato y de eso nos sobra mucho…. Más bien es una vigilancia “policial” donde debemos estar dispuestos a detectar todo error y tomar medidas.
No, no somos tan buenos ni tan bien hechos como nos definimos a nosotros mismos.
“Glotonerías, embriaguez, y afanes de esta vida”.... parece que Jesús en vez de estar en los tiempos donde se trabajaba de sol a sol, sin pagas, sin derechos, sin descansos, sin reducciones de jornadas, sin electricidad, ni motores, ni máquinas….. estuviese en plena Costa del Sol, con restaurantes de lujo a pie de playa, con los buenos coches aparcados en el lujoso puerto deportivo y en plenas vacaciones de 45 días de verano…. y es que, independiente del contexto, la condición humana es atemporal.
Por favor, que levante la mano alguien que estando en un restaurante en Puerto Banús, con su Ferrary aparcado al lado, tomando una bebida exótica, contemplando su yate atracado enfrente y bronceándose al sol de Marbella junto a una compañía despampanante, ...busque a Dios o ni siquiera considere la existencia de Dios…. Os estaréis riendo, y la respuesta es tajante: NADIE…. en efecto…. sin embargo el mismo fin tendrá esa persona que el que se consume en África Central con la piel pegada a sus huesos… lo mismo les llegará: del polvo somos tomados y al polvo volvemos.
Entonces, lo lógico, sería pensar: si vamos a morir todos por igual, ¡qué duda cabe que mejor morir como el primero (multimillonario) que morir como el segundo (hambriento)!.
La respuesta sería fácil si la muerte fuese el final de todo, la aniquilación, el fín de la existencia del ser.
Esa forma materialista de pensar hace que los corazones se afanen en tener como prioridad la búsqueda a toda costa de las riquezas, los placeres, las comodidades, etc… El motor interior (el corazón) sólo maquina la forma de un bienestar terrenal, y el disfrute de un placer presente es su esfuerzo diario, a la vez que el mantenerlo todo el tiempo posible es su esperanza futura (hasta la muer…. uy, no pensemos en eso…. ¡a vivir y disfrutar y no pensemos en la …..!).
Jesucristo enseñó que cuando lo que viene del polvo vuelve al polvo no se produce el fin de la existencia, sino una transición en ella…. las personas no dejarán de ser…. ÉL mismo se ofrece como garantía de ello: “el Hijo del Hombre vendrá”... efectivamente, Jesucristo, el Hijo del Hombre, rechazado por los hombres y crucificado, VOLVERÁ… porque hay vida más allá de la tumba, y ÉL tiene el poder de ponerla para volverla a tomar.
Por tanto, a los que somos de Cristo: mirad por vosotros mismos, que vuestros corazones no se distraigan mirando lo material, lo pasajero, lo que este mundo ofrece y que no sirve para nada más que para pasar los años SIN MIRAR A DIOS NI SU SALVACIÓN; porque todo lo que ha avisado que va a venir vendrá, y no será bueno que nos pille distraídos y ocupados en lo que no aprovecha ni agrada a Dios.
Jesús habló directamente a sus oyentes, ¿cierto?... no mires a otro lado. tú estás oyendo, y el que tenga oídos para oír oiga….
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